sábado, 16 de marzo de 2013

¿Por qué la filosofía?

          Ningún amante de la filosofía se ha visto libre de responder a esta pregunta alguna vez, y con cada nueva reforma educativa responderla se va haciendo cada vez más acuciante, porque sistemáticamente el legislador parece no conocer la respuesta ni estar cerca de entenderla.
           El porqué del "por qué". Porque precisamente eso es la filosofía, el porqué de todos los porqués, un rascar en lo profundo de nuestra humanidad, no cabe vivir ajeno al preguntarse. ¿Acerca de qué? De mí mismo, del todo, hasta del propio preguntarse. ¿Qué preguntas se hace el animal? "¿Dónde hay comida, dónde hay un depredador, dónde puedo dormir?" El animal es presente, el ser humano es, como decía Ortega, futurición. Y ese vivir más allá del presente de las necesidades biológicas nos convierte en seres filosóficos. ¿Por qué ese afán entonces del legislador por cercenar la filosofía del cuerpo del saber?
           Porque el legislador no entiende de porqués, solo sabe de "paraqués". Su pregunta es "¿para qué sirve?". El legislador es puro homo faber, necesita de actividades que creen objetos de uso. "¿Qué produce esto? ¿Qué se añade al mundo de las cosas?" -inquiere el legislador. Ha renunciado al discurso y a la acción, a la política, a la vita activa. El legislador ha renunciado a ser legislador... y la filosofía nos lo recuerda, por lo que debe desaparecer para que no quede ningún resquicio por el que pueda colarse la denuncia del escarnio al que el legislador somete a su propia ocupación.
           "¡Ah, pero qué presuntuosos son estos filósofos!" -dice el legislador. ¿Y saben qué? Que tiene razón, en parte. Los filósofos españoles hemos contribuido a cavar nuestra propia tumba. Si el tecnócrata pretende borranos del mapa es porque hemos aceptado gustosos confundir que efectivamente la filosofía sea un saber de segundo orden con que sea una ciencia sin objeto, totalmente ajena a lo mundano. Y peor aún, si somos el arma arrojadiza de "los hunos y los otros" de la dicotomía unamuniana es porque algunos han considerado que su compromiso personal con los hunos o con los otros era el de la filosofía en su conjunto, confundiendo el combate filosófíco contra la ignorancia, el prejuicio y la superstición con sus neurosis personales. La filosofía es esencialmente crítica, sí, pero hay quien confunde la crítica en cuanto capacidad y actitud, esto es, en cuanto filtro de razón que aplicar a aquello que trate de acomodarse en nuestro pensamiento, con la Escuela Crítica, y eso es confundir el todo con la parte. Y si estos errores los cometemos los propios filósofos, ¿qué no hará ese legislador mandarín que nos lleva gobernando desde hace décadas?
          El legislador está harto de preguntas, aborrece el por qué filosófico. Solo quiere respuestas, y cuanto antes. ¿Que este país es incapaz de proporcionarlas? Impórtense. ¡Que inventen ellos! Total, ya importamos todo lo demás... Todo menos ideas, a ellas no parecemos echarlas en falta, ni las tenemos ni las queremos, el yermo intelectual que somos es casi lo único en que todos los españoles estamos de acuerdo, no valemos para eso, resignémonos. Pero esos son los objetos que crea la filosofía, ideas. ¿Quiere objetos el legislador? A ver qué tal estos: "tolerancia", "voluntad general", "prudencia". Son objetos filosóficos, diseños eternos, los crearon con sus manos intelectuales Locke, Rousseau y Aristóteles. Y hay muchos más, y jugar con ellos es saludable para otra cosa que nació un poco antes que la filosofía (¿tendrán algo que ver?): la democracia.
          "¡Acabáramos! Ya están estos filósofos convencidos de que son la reserva espiritual de la democracia." -dice el legislador con sonrisa cínica. Nada más lejos de la realidad. Es una ilusión que la filosofía nos haga demócratas (la lista de filósofos eminentes que no lo han sido es larga), pero nos da razones para ser lo que seamos en lugar de armas o prejuicios, y el mal generado por aquellas siempre es algo menor que el de estas, entre otras cosas porque las razones abren un hueco para nuevas razones mientras que las armas y los prejuicios solo apagan voces. La filosofía sirva al mal o al bien, sirve a la verdad, no hará por sí sola ciudadanos mejores (aunque quiero creer que la filosofía bien enseñada sí lo hace), pero hará personas más inteligentes. ¿Y por qué está tan en entredicho la inteligencia? Eso sí que es democrático, una sociedad de personas inteligentes, autoconscientes, sin prejuicios. Y una sociedad sin prejuicios es una sociedad libre, y por eso no se estudia una filosofía, sino filosofías, y por eso no basta con enseñar a filosofar, sino lo que otros filósofos pensaron antes, fuesen o no demócratas (¿o no se enseña el pensamiento de Hobbes? por ejemplo), porque después de ese recorrido por las distintas filosofías lo que queda son las razones, los objetos que crearon unos y otros, las ideas.
          ¿Por qué la filosofía? Porque es un saber instrumental de alto nivel. Porque cuando hemos aprendido a ordenar las palabras y a ordenar los números, resta aprender a ordenar las razones, a argumentar, a construir un discurso propio. Los alumnos están acostumbrados a verdades reveladas (por sus padres, sus amigos, sus profesores), han renunciado a entender la forma de un argumento, no disntiguen entre verdad y validez. Sólo quieren conclusiones, no indagar en las premisas. Han renunciado a fundamentar, a la justificación, su pregunta es "¿qué quieres oir?". La filosofía trata de poner fin a esa renuncia con sus exasperantes porqués, trata de rescatar al alumno de esta autocomplacencia en la reproductividad técnica del saber, de su dogmatismo relativista. ¿Qué debate público existirá, y de qué calaña, en un país en que no se aprendan estas cosas? Probablemente el que existe a día de hoy en España, el que maman en la televisión en cualquier debate sobre el estado de la Nación o en cualquier tertulia nuestros alumnos, y que convierte en hercúlea la tarea de los profesores de filosofía.
          ¿Por qué la filosofía? Porque toma distancia respecto a lo particular y mediante esa extrema abstracción dota de una visión general a los saberes técnicos. La filosofía no es un toque de alta cultura, sino una perspectiva que hará del filólogo, el historiador o el artista un humanista y del físico, el matemático o el biólogo un científico. La filosofía amplía nuestra visión del mundo, nos distancia del presente, de lo concreto. Sus conocimientos de física habrían hecho de Einstein un gran físico, su perspectiva, su punto de vista, su visión de conjunto hicieron del él un científico revolucionario. La filosofía y la ciencia no se enfrentan, ambas combaten un enemigo común, la ignorancia, y la investigación científica sin perspectiva filosófica tenderá al daltonismo intelectual. Hay una ciencia que resuelve y otra que descubre, y la filosofía es una herramienta al servicio de la segunda. ¿Por qué renunciar a ella? El problema de España, volviendo a Ortega, es y ha sido siempre el de la falta de ciencia.
          ¿Por qué la filosofía? Porque es inherente al ser humano preguntarse, y no hacerlo es conformarse con ser menos de lo que se podría ser. Es vivir con las respuestas sin haberse hecho las preguntas, es vivir sin distancia, sin perspectiva, es presente puro. Es sustituir un instinto natural innato por uno añadido artificialmente. En el puro presente no cabe el progreso, porque el progreso debe medirse mirando al pasado y construyendo el futuro, el presente es resignación. Pero queremos ser China y no Europa, elegimos ser el proletariado, alto y bajo, pero dominado al fin y al cabo, es nuestro puesto, lo asumimos, sin filosofía, "muera la intelectualidad traidora".

2 comentarios:

  1. Estimado Javier, yo que te leo en silencio, pienso que redundaría en todos tus porqués para preguntarme por qué la poesía también. Casi casi me respondería lo mismo. Por lo demás, me encataría que algún día hicieras un post preguntándote por qué los filósofos (o los poetas) sois molestos y de las primeras etnias en aparecer frente al pelotón de fusilamiento. O en otras palabras, ¿por qué son despreciados y temidos los filósofos por el poder? Una abrazo y un pequeño reto intelectual que estoy seguro me agradará.

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  2. Estimado Luis, espero ser algún día capaz de asumir el reto que me propones, mayor aún de lo que crees, porque desde Grecia filósofos y poetas han estado más bien enfrentados (Platón los expulsa de la República), no obstante recojo el guante y me aventuro a decir que filosofía y poesía imaginan mundos posibles, y el poder no quiere otro mundo más que este o en su defecto mundos irreales que consuelen de este. Un placer tener lectores como tú, gracias por tu comentario.

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