lunes, 25 de marzo de 2013

Por una ILP libre de escraches


La tragedia de los desahucios
          Empecemos por aquello que es de rigor decir, aquello que NO se discute en este artículo: 1) que la ley hipotecaria española es abusiva (y esto no es una opinión, lo certifica el Tribunal de Justicia de la UE, un ente, por cierto, al que cada uno recurre a conveniencia según le dé o no la razón y que pasa de ser Satán a Jesucristo en cuestión de horas), que las viviendas están sobretasadas por bancos que luego no asumen su responsabilidad en dicha sobretasación, lo cual acaba dejando a muchas familias en la calle y además con una deuda inasumible; y 2) que es necesario darle a las familias hipotecadas, que por causas más allá de su control no son capaces de hacer frente a los pagos de su préstamo, una segunda oportunidad y que para lograr esto son indispensables tanto una ley que permita la dación en pago retroactiva como, casi con toda seguridad, el resto de propuestas de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) presentada por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Quien esto suscribe está pues a favor de la ILP de la PAH, de hecho mi firma es una de ese más de millón de firmas que se presentaron para que fuera tramitada en el Congreso de los Diputados.
          También estoy a favor de la detención de los lanzamientos hipotecarios mediante medidas de desobediencia civil pasiva, gracias a ello muchas familias han podido seguir en sus hogares, al menos por espacio de unos meses. Considero por tanto que la desobediencia a la ley es legítima cuando dicha ley es injusta o tiránica, esto es, cuando lo que está en juego es la defensa de un derecho fundamental (como en este caso el derecho a la vivienda). Eso sí, ni son iguales todos los actos de desobediencia civil, ni depende de la percepción subjetiva de la ley el que dicha ley no pueda considerarse legítima, ni solo la violencia física es violencia, y hechas estas precisiones reitero mi apoyo a las acciones de desobediencia civil inequívocamente pacíficas en que se desobedece a la ley porque no hacerlo supondría consentir la violación de un derecho fundamental.

¿Es el escrache desobediencia civil legítima?
          El origen de la palabra "escrache" es argentino, el "escrache" sería un método de participación social en un contexto de impunidad, donde no existe la posibilidad de una condena judicial de personas halladas culpables de crímenes contra la Humanidad. Se trataría de una denuncia pública, de un señalamiento en sus domicilios de torturadores y genocidas que han sido absueltos oficialmente. Considero que este tipo de acción no se ajusta a aquellas que se están llevando cabo en España en la actualidad y que por tanto se está pervirtiendo el significado de la palabra y con ello el sentido, objetivo y cualidad moral y política del acto originario, no obstante, me ceñiré al uso que de esa palabra se está haciendo como señalamiento de y presión sobre alguien, en su domicilio, tenido por culpable de que a día de hoy no haya sido aprobada una ley que permita poner fin a la tragedia de los desahucios.

            Son muchos los que defienden que el escrache tal vez sea ilegal, pero es legítimo, paradójicamente creo que es legal pero ilegítimo.
          Debe de ser legal porque no es diferente de lo que llevan años haciendo impunemente empresas como “El cobrador del Frac”, asociaciones como los Testigos de Jehová o compañías de telefonía, gas o electricidad (la diferencia radicaría en el número de gente que practica los escraches, y tal vez en la intensidad, pero no en la invasión de la intimidad que supone).
          Me parece ilegítimo porque no se ajusta a lo que más arriba he descrito como desobediencia civil: primero porque, insisto, probablemente sea legal (sería pues abuso de la ley, no desobediencia), segundo porque no ejercerlo no supone consentir la violación de un derecho fundamental (a diferencia de acciones como la de parar un desahucio), más bien al revés, practicarlo podría suponer una coacción a los representantes de la soberanía nacional (si se trata de informar, es una coacción legítima, si se trata de amedrentar, ilegítima, como trataré de justificar más adelante) y por tanto una violación de derechos fundamentales. Por otra parte, el escrache original no era tampoco un acto de desobediencia civil, pero sí era una acción violenta de baja intensidad (una violencia verbal/moral) pero legítima, porque pretendía ser un mínimo castigo por violaciones manifiestas de derechos fundamentales, era el oprobio, el escarnio público hacia tortudadores y asesinos (qué menos) cuando una ley de punto final los había absuelto desde el punto de vista penal.
          Supongamos que en cambio el escrache no es una acción violenta (de violencia física obviamente no, pero hay otras formas de violencia, ¿o no existen, por ejemplo, el acoso moral o sexual de carácter verbal?), en ese caso no sería una acción coercitiva (aunque eslóganes como “el miedo va a cambiar de bando” parece desmentir esta idea) sino algo así como un piquete informativo. En ese caso, sugeriría que se abordase a los diputados más cerca del ejercicio de sus funciones públicas, y no en sus domicilios privados. Si el escrache es informativo, lo importante es que el diputado llegue a conocer de primera mano la realidad de los desahucios para que empatice y se solidarice, y no que acabe percibiendo como un enemigo que le persigue a quienes sufren en sus carnes los desahucios o quienes dicen actuar en su nombre, ¿no?
          Ciertamente la capacidad de participar de la vida política en España es mínima, pero eso no implica que el escrache sea una forma de participación que ahonde en la democratización del país, más bien al contrario, y eso, una vez más, lo descarta como una forma de desobediencia civil.

¿Es el escrache útil a la causa anti-desahucios?
            Sean las anteriores consideraciones sobre el escrache acertadas o no, lo que es innegable es que el escrache es un medio al servicio de un fin (que se apruebe la mencionada ILP) y no un fin en sí mismo, y si esto es así, entonces sí que hay que estar radicalmente en contra del escrache, pues creo que tiene más posibilidades de cambiar el voto de los diputados para mal que para bien, y si no atengámonos a la realidad de los hechos: ¿Cuál es la reacción que está provocando en sus protagonistas? ¿Más empatía? Insisto, no solo no es útil para la causa, sino que es un grave error, se está poniendo en juego el éxito de la ILP a causa de la incontenible y comprensible indignación de algunos, la rabia de otros, y el matonismo endógeno de unos pocos que siempre gustan de hacer suya cualquier movilización social para hacer amagos de esa revolución suya particular que nunca llevan auténticamente a cabo. Yo pediría a aquellos diputados que consideren que la ILP es buena y debería salir adelante, que por favor voten a favor de ella A PESAR de los escraches, que no se dejen influir por ellos para mal y que juzguen la ley por su contenido, no por el quién ni el como, sino por lo que es. Confío, por el bien de la ILP, que los diputados sepan hacer abstracción de lo que ha rodeado su tramitación, porque la ley está por encima de eso, y voten en conciencia (esto es, sin disciplina de voto si es necesario) porque sencillamente es una buena ley.

¿La ILP no se toca?
         La verdad es que considero que la ILP debería aprobarse tal cual está, pero eso no me conduce a defender que haya que desposeer a los diputados de sus derechos y obligaciones, como  son debatir, modificar y aprobar leyes que luego sancionará el gobierno. Entre otras cosas porque los diputados son los representantes de la soberanía nacional (sean malos o buenos representantes, yo creo que en su mayoría malos), y la ILP es una demanda de gran parte de la ciudadanía, como mínimo de aquellos que la firmaron, pero corresponde a los diputados saber si es buena o no para el país en su conjunto, porque ellos representan al país y no ninguna mayoría social por muy amplia que sea. Millón y medio de firmas queda muy lejos de los millones de votantes del partido con más representación en el Congreso (con una ley electoral injusta, cierto), pero es que aunque hubiera que fiarse de encuestas de opinión (me parecería lamentable legislar a base de encuestas de opinión, y más sabiendo cómo se llevan a cabo) y el 90% de los españoles apoyaran la ILP, aún así interés de la mayoría y bien común seguirían sin ser sinónimos.
            Aristóteles defendía que la bondad de un sistema político no dependía de que gobernaran muchos o unos pocos (disiento en parte), sino de que gobernara quien gobernara lo hiciera en vistas al bien común. Fuera un gobierno de una minoría o de una mayoría, la clave estaría en que no se defendieran intereses particulares, o de lo contrario tendríamos tiranía, oligarquía o demagogia, pero no una sociedad política. Que gobierne una mayoría defendiendo sus intereses como mayoría no es que reine el bien común, sino el interés particular, de muchos, pero particular. Considérese el siguiente ejemplo: sin duda la confiscación de los bienes de los judíos era bueno para los intereses de la mayoría de los alemanes, dado que los judíos apenas representaban un porcentaje mínimo de la población alemana, pero desde luego no representaba dicha acción el bien común, pues el bien de una minoría se veía seriamente menoscabado (por no hablar del mal que supone quebrar el principio de isonomía). Determinar qué es el bien común corresponde a los representantes de la soberanía nacional, y su tarea no puede ser escamoteada por ninguna mayoría (o no tan mayoría) social (a no ser mediante una revolución, y no es el caso) que solo representa sus intereses, aún cuando esos intereses sean los de muchos. Los lobbies, sean de origen humilde o no, civil o empresarial, son grupos de presión que solo se representan a sí mismos, y corresponde a los diputados gestionar el conjunto de los intereses particulares en aras del bien común, y el hecho de que lo hagan pésimamente, o de que algunos se dejen seducir por los intereses particulares de quienes detentan el poder económico, no les quita ese derecho. O sea, que sean malos diputados, como lo son muchos, me temo, no les priva de sus derechos y obligaciones de diputados, y sobre todo no priva al pueblo del derecho a que sus representantes puedan ejercer su labor en libertad, porque si yo voté a un partido confiando en que no haría cosas tales como aprobar una ILP, pongamos, que propusiera instaurar la pena de muerte, ¿dónde quedarían mis derechos si miembros del partido al que voté votaran a favor de esa ley a causa del escrache de los partidarios de la pena de muerte? ¿Por qué habría de pesar más la presión directa en los domicilios de los diputados que la presión indirecta que supone el voto a un partido por su programa electoral?
          ¿Y qué argumento es ese de que no puede tocarse la ILP porque ya es de mínimos? ¿De mínimos para quién? ¿Para los afectados, para los diputados, para el conjunto del país, para el sistema? ¿Y cuáles serían los máximos, la abolición de la propiedad privada? ¿Existen máximos que no constituyan ya toda una agenda política, un programa, ideología? ¿Ha podido la PAH evaluar absolutamente todas las consecuencias para el conjunto del país (no solo para los afectados) de aprobar la ley tal cual está? Tal vez tiene consecuencias nocivas para el interés general que no son capaces de valorar. En el caso de las deudas de los bancos, podríamos haber dejado que estos se hundieran y con ello el Estado habría ahorrado dinero y habríamos minimizado recortes, eso sí, los clientes de dichos bancos (empresas y particulares) se habrían arruinado. Ciertas decisiones requieren una visión de conjunto, nada de fiat iustitia, pereat mundus. Por cierto, que ningún argumento de este tipo justifica que aunque se rescate a las entidades bancarias no se juzgue a los responsables de su quiebra (algo que no está ocurriendo, por desgracia, ¿a ellos, que salen impunes, no se les escrachea?). En el caso de la ILP de la PAH tal vez salvar a algunos nos afectará a todos, pero yo creo que hay que salvarlos, y confío en que una mayoría de diputados pueda llegar a esa conclusión. ¿Pero y si ocurriera que lo mejor para todos fuera aprobar solo dos puntos de dicha ILP? ¿Por qué habría que aprobarla tal cual está? ¿Porque sus promotores la consideran mínima? ¿Y no tienen derecho los diputados a sacar sus propias conclusiones sobre si es mínima o no? ¿Y si llegaran a ampliarla? ¿No sería eso tocarla? ¿Habría que estar entonces en contra de su modificación? No entiendo que se pretenda que no exista debate parlamentario, que se pretenda que la iniciativa legislativa popular pueda y deba sustituir al Parlamento cuando aquella no representa a la soberanía popular y éste, mejor o peor, sí lo hace.

          En conclusión, creo que la ILP de la PAH es una ley que supone un bien común, espero que no sea rechazada finalmente por culpa de la forma en que ha sido defendida su aprobación, lo peor que se puede decir del escrache es que no sirve a los intereses de los afectados por la hipoteca, lástima que sus promotores no hayan sabido (o querido) ver esto, creo que han puesto gravemente en riesgo sus objetivos.


P.S. Los argumentos de este artículo no se ven invalidados por el hecho de que nuestra democracia sea muy imperfecta. Ojalá pudiésemos acudir directamente a nuestros diputados para formularles nuestras peticiones, ojalá fuese más sencillo presentar iniciativas legislativas populares, ojalá pudiésemos obligar a los partidos a cumplir sus programas electorales, ojalá los diputados votasen en conciencia y no bajo disciplina de partido, ojalá todos los corruptos pagasen, ojalá los causantes de la crisis estuvieran en la cárcel… ojalá. Pero no se arregla un mal con otro, no se corrige la falta de democracia con actos dudosamente democráticos.

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